jueves, 2 de octubre de 2014

AMORES QUE MATAN



Ella caminó hacia el hombre que la esperaba, lo conoció cuando tenía 21 años así que pudo reconocerlo aunque estuviera de espaldas. Durante 13 años ella rechazó sus declaraciones de amor, situación que él nunca aceptó. Al acercarse, él se volvió a ella y le arrojó dos descargas de ácido sulfúrico en su rostro y en su cuerpo.

¿De qué manera definen los hombres colombianos su masculinidad?, probablemente tienen mucho en común con el pakistaní que sorprende a su esposa sin el burka, o podría tratarse de sujetos con desequilibrios mentales que tienen intolerancia a la frustración, en ese caso la pregunta no sería sobre las construcciones sociológicas sino que señalaría fuertes dudas sobre la salud mental en nuestro país. Antes de ver estadísticas de Hospitales Mentales pienso que sería más revelador verificar los números de la violencia doméstica contra la mujer, la discriminación laboral y la injusticia salarial, poque el ataque con ácido no es más que otra modalidad de violencia de género.

La primer mujer atacada con ácido en Colombia en el año de 1999, Flor María, aún sufre las consecuencias. Desde el hecho la mujer afrodescendiente vivió de la caridad de médicos y enfermeras, incluso de la mendicidad, sin poder generar ingresos y a falta de familiares cercanos una mujer bogotana la “adoptó”. El agresor fue su pareja y solo pagó un año de cárcel. Flor ha padecido durante 15 años  ceguera, dificultad para respirar y discriminación de la sociedad por sus deformaciones, mientras él goza de la libertad y los beneficios del Estado de Derecho como ciudadano colombiano. Sería mejor cuestionar la salud mental de la Rama Ejecutiva, Legislativa y Judicial.

El agresor de Natalia Ponce, víctima de ataque el 27 de marzo del 2014, es defendido como inimputable, esto quiere decir que aunque él la acosó por 13 años, merodeó su calle por un tiempo, compró y le arrojó el líquido corrosivo, la posibilidad de alegar enfermedad mental podría salvarlo de cumplir condena por su delito. Está enfermito ¡Pobrecito!. Ahora que Natalia rompió su silencio con los medios se reaviva el dolor del país por “la negligencia de la justicia”, como ella lo expresa, y la tristeza de tener uno de los índices más altos del mundo con ataques de género, de la mano de India, Uganda, Pakistán, Camboya y Bangladesh.

El 22 de agosto se publicó la decisión del Gobierno y el Invima por regular la venta de los siete líquidos corrosivos más peligrosos, y el requisito de enseñar la cédula de ciudadanía en el momento de comprarlo. Bien. Un hombre compra el ácido o lo agarra del patio de la abuelita que lo usa para lavar el solar, hace el daño y luego alega locura para ser exonerado de la justicia. La justicia es a prueba de niños. 

Tras el establecimiento de una política pública en Bangladesh los ataques con ácido contra mujeres se redujeron en un periodo de 10 años. No se puede solo esperar a que las campañas de concienciación apelen a la buena voluntad de los varones, la legislación nacional debe ponerse los pantalones y catalogarlo como “delito violento, crimen que es planeado, diseñado y premeditado”. Así lo indicó Jafar Shah, director de la única organización* en el mundo dedicada a luchar contra este tipo de violencia de género. Shah  visitó Bogotá como invitado de la Secretaría de Salud en septiembre de 2014.

La justicia de género no debe ser cuestión coyuntural, los ataques con ácido son una manifestación de la precaria labor del Estado por fomentar el respeto por la mujer y la equidad en todos los ámbitos sociales, también evidencia la arcaíca concepción en Colombia sobre las relaciones entre hombres y mujeres, así como una dura realidad sobre la cotidianidad de la violencia en el país. Necesitamos un “picapiedra” figurado que derrumbe las cavernas dentro del subconsciente nacional. 
Por: Yohita.
*Acid Survivors Trust International. Con sede en Londres.



1 comentario:

  1. Hay un caso en Pereira: Una joven sufrió un ataque con ácido (No sé la fecha exacta, pero sé que fue en los noventa) por parte de un narco pequeño. La joven quedó muy mal. Está por San Camilo. Su mercé lo puede investigar porque ya se ha olvidado.
    Saludos parcera.

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